martes, 19 de diciembre de 2006

Have Yourself a Merry Little Christmas



Bueno chico/a, se acerca la Navidad, el espumillón y los mazapanes. Están a punto de cargarse al corderito que te vas a zampar dentro de cuatro días. Suegras y nueras van pensando en las salvajadas que se van a escupir durante la cena familiar. La magia de estas fechas va a hacer desaparecer varios dígitos de tu cuenta corriente. Tu jefe está escogiendo la canción del karaoke que quiere cantar este año contigo en la cena de empresa. Cena que se celebrará en un lugar donde, a buen seguro, la DGT esté cogiendo posiciones para que empieces un próspero año nuevo, sí, pero con menos puntos en el carné que la Real en la tabla de la Liga. ¡Qué entrañable!

El verdadero significado de la Navidad es... vete tú a saber cuál. A pesar de todo, procura pensar que ha pasado un año más, y que este mundo en el que vives te ofrece una nueva oportunidad para reflexionar sobre si has sido un patán egoísta y no has pensado más que en la pelusa de tu ombligo o, por el contrario, has sido una bellísima persona y has mantenido erecto el mástil de la bandera del altruismo. Si tu reflexión te lleva a esta segunda conclusión, es que mientes más que Yola Berrocal en el polígrafo de Jaime Cantizano. Pero como es Navidad y el espíritu navideño nos embarga a todos, no importa, sal a la calle y canta un villancico, o dos, o incluso tres. Trágate el Telemaratón y adopta otro niño somalí al que renunciarás en febrero porque no te llega para el Brugal-Cola del día de los enamorados. Y, sobre todas las cosas, no te olvides de besar a todo el mundo el día 31 entonando un sentido y etílico "¡¡¡Feliz Año, tíaaaaa!!!".

En cualquier caso, sea cual sea el sentido que le des a estas fiestas, deseo que tengas la salud suficiente para sobrevivir a ellas, que repartas y recibas mucho amor, que seas lo suficientemente inteligente para no emitir ni un propósito de año nuevo que no puedas cumplir y mantengas durante todo el año los buenos deseos que expreses a los que verdaderamente te importan.

Un abrazo.

2 comentarios:

Subversados dijo...

La peña da pena. le echan la culpa a la Navidad de su gregarismo, su conformismo; no saben decir que no, y luego despotrican. Tragan (y no me refiero a turrones ni copas), y después te vomitan su resentimiento.

Anónimo dijo...

¡Qué razón tienes!