miércoles, 27 de diciembre de 2006

Va de Cojones

"No hay nada más difícil que escribir con facilidad."
"Que escriban mejor que yo, hay bastantes, Que lo hagan peor que yo, hay muchos. Pero que lo hagan como yo, ninguno."

Ignacio Guasp (1810-1874)
Razón no le faltaba al intelectual puertorriqueño al emitir tan sabios enunciados, hoy recogidos en este blog para cuyo título he escogido un vocablo del léxico más vulgar de la lengua española. Y es que en ocasiones resulta realmente complejo escribir con facilidad. Pienso que muchas veces la pluma se va hacia lugares donde no encuentra ningún sentido, y lo hace solamente para no caer en la tentación de hacer uso de ese lenguaje supuestamente soez, barriobajero y mediocre. Es el arte del PC o lo Políticamente Correcto. Un arte desafortunado porque no tiene la frescura de saber sacarle partido a una lengua rica en expresividad, una lengua que ofrece una bella orgía semántica y que es multiorgásmica en lo fonológico. ¡Joder!

Y para que vayamos desengrasando las juntas del verbo ligero, os propongo un juego. Un juego de Cojones. Hace ya unos años el gran Arturo Pérez-Reverte, hoy orgulloso padre del capitán más famoso de este país, publicaba en El País Semanal un artículo bajo un título monomorfémico referente a aquella duplicada parte del cuerpo del varón productora de esperma. ¡Pardiéz! ¡Ya me ronda el fantasma del PC! En fin, que Pérez-Reverte presentaba en un texto la versatilidad del vocablo 'Cojones'. Y es en ese artículo donde encontraréis la clave para resolver el juego que os propongo.

Se trata de relacionar cada sintagma o frase con su significado teniendo en cuenta cómo varía el sentido del término en cuestión dependiendo del determinante, sufijo, prefijo u otras variantes que apliquemos. ¿Estás preparado/a? Pues adelante, y no olvides comprobar tus respuestas acudiendo al texto original.

1

Un cojón

Expresa un reto

a

2

Dos cojones

Se utiliza para apostar

b

3

Tres cojones

Vagancia

c

4

Mil pares de cojones

Sorpresa

d

5

Tiene cojones

Límite de aguante

e

6

¡Tiene cojones!

Se utiliza para amenazar

f

7

Poner los cojones en…

El máximo tamaño que no se puede superar

g

8

Me corto los cojones

Dificultad

h

9

Te corto los cojones

Molestia o hastío

i

10

Me toca los cojones

Valentía

j

11

Se toca los cojones

Sorpresa

k

12

¡Tócate los cojones!

Experiencia

l

13

Acojonado

Frío

m

14

Descojonado

Caro o costoso

n

15

Cojonudo

Muestra perplejidad

ñ

16

Cojonazo

Desprecio

o

17

De cojones (1)

Voluntariedad

p

18

De cojones (2)

Valentía

q

19

Por cojones

Perfección

r

20

Hasta los cojones

Torpeza y/o Vagancia

s

21

Con cojones

Cansancio

t

22

Sin cojones

Cansancio

u

23

Se me quedaron los cojones morados

Expresa la importancia, valentía y serenidad

v

24

Tener los cojones cuadrados

Abulia

w

25

Tener los cojones pelaos

Cantidad

x

26

Tener dos cojones grandes y bien plantados

Allí reside la voluntad y es de donde salen las órdenes

y

27

Tener los cojones como los del caballo de Espartero

Allí reside la voluntad y es de donde salen las órdenes

z

28

Se pisa los cojones

Cobardía

aa

29

¡Cojones!

Éxito

bb

30

¡Manda cojones!

Valor

cc

31

Me sale de los cojones

Miedo

dd


Bueno, ahora tiene que haber cojones para comprobar tus respuestas echándole un vistazo al artículo original

martes, 26 de diciembre de 2006

Agnus Dei Qui Tollis Pecata Mundi

26 de diciembre. El día después. ¿Qué tal ha ido hasta ahora? Yo tengo la sensación de que el pobre corderito cuya espaldilla, falda y pierna me zampé ayer se está vengando de mí. Tiene cojones, pero no le culpo. Pobrecito, yo haría lo mismo. Emplearía toda mi grasa y mi colesterol en retorcer el estómago del monstruo que hubiese celebrado el nacimiento de un dios con la ingesta de mi pueril cuerpo.

Por cierto, ¿Alguien me puede explicar el por qué de la tradición de comer cordero para celebrar la Navidad cristiana? Se supone que estamos celebrando el nacimiento del hijo de Dios, al que, si no me equivoco (y creo que no), se le llama Cordero de Dios (o Agnus Dei), que además quita el pecado del mundo y tiene piedad de nosotros (esto lo oí yo ayer en misa, que voy todos los años). O sea, que el hijo de Dios se apiada de ti, ¿y qué haces tú? Te lo engulles entre pecho y espalda. ¡Pero qué salvaje! A mí que me lo explique alguien. Yo creo que cada vez nos parecemos más a los de La Isla de los Famosos, que al final les daba lo mismo si se comían un plato de arroz o los bigotes de algún arácnido despistado.

martes, 19 de diciembre de 2006

Have Yourself a Merry Little Christmas



Bueno chico/a, se acerca la Navidad, el espumillón y los mazapanes. Están a punto de cargarse al corderito que te vas a zampar dentro de cuatro días. Suegras y nueras van pensando en las salvajadas que se van a escupir durante la cena familiar. La magia de estas fechas va a hacer desaparecer varios dígitos de tu cuenta corriente. Tu jefe está escogiendo la canción del karaoke que quiere cantar este año contigo en la cena de empresa. Cena que se celebrará en un lugar donde, a buen seguro, la DGT esté cogiendo posiciones para que empieces un próspero año nuevo, sí, pero con menos puntos en el carné que la Real en la tabla de la Liga. ¡Qué entrañable!

El verdadero significado de la Navidad es... vete tú a saber cuál. A pesar de todo, procura pensar que ha pasado un año más, y que este mundo en el que vives te ofrece una nueva oportunidad para reflexionar sobre si has sido un patán egoísta y no has pensado más que en la pelusa de tu ombligo o, por el contrario, has sido una bellísima persona y has mantenido erecto el mástil de la bandera del altruismo. Si tu reflexión te lleva a esta segunda conclusión, es que mientes más que Yola Berrocal en el polígrafo de Jaime Cantizano. Pero como es Navidad y el espíritu navideño nos embarga a todos, no importa, sal a la calle y canta un villancico, o dos, o incluso tres. Trágate el Telemaratón y adopta otro niño somalí al que renunciarás en febrero porque no te llega para el Brugal-Cola del día de los enamorados. Y, sobre todas las cosas, no te olvides de besar a todo el mundo el día 31 entonando un sentido y etílico "¡¡¡Feliz Año, tíaaaaa!!!".

En cualquier caso, sea cual sea el sentido que le des a estas fiestas, deseo que tengas la salud suficiente para sobrevivir a ellas, que repartas y recibas mucho amor, que seas lo suficientemente inteligente para no emitir ni un propósito de año nuevo que no puedas cumplir y mantengas durante todo el año los buenos deseos que expreses a los que verdaderamente te importan.

Un abrazo.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Belcebú

Por alguna razón que todavía hoy desconozco, pero con la mejor de las intenciones, hace xf$%&! años mis aitas decidieron enviarme a estudiar a un colegio religioso. No les culpo por ello. Supongo que es lo que se llevaba entonces y, además, eso de las ikastolas parecía que no estaba del todo claro.

Sin entrar a deliberar si la educación recibida era de calidad o no, o si la disciplina repartida a hostias era más o menos apropiada, me gustaría rescatar un aspecto del recuerdo de aquellos años de feliz colegial marista: el religioso.

Recuerdo varios de mis libros de religión. En todos ellos ponía en la portada algo como Manual de Religión Católica y Romana. Esto es algo que sinceramente nunca entendí -bueno, en realidad hay tantas cosas que nunca llegué a entender... Me refiero a lo de Romana. Lo que ocurre es que a mí me decían que yo era cristiano, católico y romano, pero luego llegaba Semana Santa, veía Ben-Hur, Quo Vadis y todas estas, y me hacía cruces intentando encontrar parecidos entre Charlton Heston con sus falditas y sus sandalias y yo con mi chándal y mis Le Coq Sportif.

Bueno, el caso es que al final uno se tenía que aprender los Diez Mandamientos, los Siete Pecados Capitales, las Tres Virtudes Teologales, las Bienaventuranzas, el Credo, quién besó a Jesucristo en el monte de los Olivos, cuántas veces se cayó al subir al Calvario, etc. Apasionante, si no fuese por la mala educación de quien nos instaba a aprender todo esto.

Parece que ahora nos aproximamos a un modelo de educación religiosa libre, relajada y objetiva. No soy un experto en el tema, y reconozco la dificultad del asunto y la valentía con la que quien sostiene las competencias en educación se ha enfrentado a los abotonados señores de morado para lograr un modelo educativo-religioso apropiado y coherente con la realidad social y étnica de nuestros tiempos.

Como he dicho, no soy un experto en el tema, así que no iré más allá. Sencillamente, me he lanzado a este escabroso lugar común de la religión porque hace un par de horas he sentido una necesidad imperiosa de creer en todo aquello que los hermanos Maristas intentaron que me tragase: que Padre, Hijo y Espíritu Santo son un todo, la Santísima Trinidad que nos guía en nuestro caminar, que, por lo tanto, todos somos hermanos, que existe un cielo para los buenos y un infierno para los malos, que solamente hay un único modelo de familia, que los condones no hacen más que obstaculizar la correcta evolución de ese modelo, y así.

Esa necesidad de Fe la ha provocado la noticia de la muerte de Augusto Pinochet. Hoy quiero creer que existe un Dios. Quiero creer que existe un Cielo. Y, sobre todo, quiero creer que existe un Infierno; un Infierno donde los gritos de dolor de Pinochet se estén oyendo por todos los rincones, donde las llamas le estén arrancando la piel eternamente. Quiero creer en Belcebú y en que mientras yo compongo este texto él esté torturando a quien fue torturador y asesino de tantos, cuyas almas espero que a partir de hoy descansen en paz.


¡Arde Pinochet!



martes, 5 de diciembre de 2006

Tres Divas de Jólibud

Desde que Hollywood es Hollywood, la humanidad (sólo la del primer mundo, no nos vayamos a confundir) ha asistido al gran espectáculo del séptimo arte con el ferviente deseo de hallar en él a sus representantes más fidelignos pero con la clara intención de encontrar a dispares engendros o becerros de oro que en nada se parezcan a la imagen de uno reflejada en el espejo del baño a cualquier hora del día. De este deseo -hay quien lo llama necesidad- de mirar hacia arriba con la boca abierta y la baba colgando y también, por qué no decirlo, del cogote de un fulano llamado Nietzsche emergen la siluetas del superhombre y la supermujer. Pero señores, seamos correctos, no sé si políticamente (que a la gente le gusta mucho ahora) o no, y llamemos a las cosas por su nombre: hoy el superhombre y la supermujer mergen en un ser llamado Diva.

Así, Diva es el término que debemos utilizar cuando adoramos a un ser que desde su pedestal, convencido y convincente de su superioridad, es adorado por los borregos piltrafillas de su sociedad, es decir, el resto del mundo. Ya nos lo contaba Dana International en su temazo (ejem) eurovisivo, "Viva la diva, viva victoria, Afrodita, Cleopatra y bla, bla..." Intenso ¿verdad? Pues para el ESC lo fue. En cualquier caso, equivocados estarán aquellos que piensen que Diva es un vocablo declinable en género y número. Lo es solamente en número, y lo siento por estos cuatro chicos que cantan tan bien, pero, sin ánimo de ofender, ellos también son divas. Una masculinización del morfema decolora dramáticamente el sentido último del sustantivo.

Una vez aclarado esto, veamos cómo hoy, afortunadamente, podemos contemplar varios tipos de diva en la gran pantalla ofrecidos por los jefes del barrio de Los Angeles. En las últimas semanas han ido llegando a esta orilla del Atlántico varias producciones jolibudienses (lo siento, no he podido resistirme a transcribir nuestra exquisita pronunciación de la palabrilla) de entre las cuales he seleccionado a tres divas que componen el eje de mi humilde crítica cinematográfica. Mi propuesta es la siguiente:

















Por si alguno todavía no les ha reconocido, mis tres divas de hoy son: Anne Hathaway, como la dulce Andrea o Andy en El Diablo se Viste de Prada, Daniel Craig, como el implacable James Bond en 007 Casino Royale y Abigail Breslin, como la pequeña Olive en Little Miss Sunshine .

Sinceramente, no sé por dónde empezar, y eso que tengo bien claro con cuál de las tres me voy a quedar al final. Comprendo que muchas y muchos han gozado con la imagen del cuerpo duro y abultado de un 007 que en esta nueva entrega es más diva que nunca. Pero me gustaría saber qué opinaría el señor Fleming al ver a su criaturita salir del agua medio desnudo y todo "marconi", sin apenas espacio para esconder el ajuar básico de cualquier superagente secreto, no sé, lo típico: un microdetonador atómico, un intercomunicador bifásico o un zapatófono de serie. Cierto es que Sean Connery ya lució palmito hace unos 800 años, lo cual está muy bien, pero, señores, el amigo Craig protagoniza toda una stravaganza de adoración masculina. Es que me lo estoy imaginando cual Bea Pinzón, escribiendo en un blog, pero que en su caso esté titulado "Diario de un Macizorro".

Echo de menos las sutilezas de anteriores entregas del superagente en las que se prestaba algo de atención también a los artilugios de batalla o las inocentes e ingénuas miradas de Moneypenney... Pues no, hoy la reina de la fiesta es Jaime. De hecho es tan reina que no hay quien se crea la parte emocional que se pretende exportar al espectador al final de la cinta. Pero tampoco me voy a ensañar con esta pequeña superproducción, al fin y al cabo la peli no combina mal con una normal de palomitas y una coca-cola mediana.

Y puestos a ser incrédulos, ¿cómo es posible que alguien pretenda hacernos creer que a un bellezón como Anne Hathaway se le puede hacer un make over? Lo del make over, que queda muy cool decirlo en inglés, está tan de moda, oye... consiste en coger a un cardo de personilla y transformar su aspecto de manera que acabe pareciendo toda una diva. Así pues, Andy (Anne Hathaway) entra en escena vistiendo un espantoso suéter azul y otras prendas horribles que le quedan simplemente genial. La chica está tan de buen ver que quien quiera ridiculizarla utilizando el estilismo iniciará una misión imposible. De hecho, en seguida Andy empieza a forrarse de Dolce&Gabbanna, Gucci, Prada, Armani et alter, y el cambio de Cenicienta a Princesa es mínimo. Vamos, que a esta chica le pones una lechuga en la cabeza y ves un aspecto asilvestrado de la belleza femenina.

Indudablemente, a nivel estético hay un claro duelo de divas entre la Hathaway y Meryl Streep, escogidas por los creadores del film que intentan compensar un facilón argumento con el peso interpretativo de estas dos señoras. Sobra decir que al compartir cartel con Meryl Streep, Anne Hathaway está un tanto eclipsada, sin embargo, su mirada y su perfecta sonrisa (¿a alguien le lecuerda a la de Julia Roberts?) logran mantener a la diva que lleva dentro. A ver si nos sorprende en el futuro.

Olive. Sé que muchos no entenderán mi decisión, pero yo me quedo con Olive, ese ser totalmente inconsciente de todo lo que ocurre a su alrededor en la Road Trip Comedy de los directores Jonathan Dayton y Valerie Faris.

En un mundo en el que todo se rige por la ley del más fuerte, más guapo y más inteligente, esta película llega para desmontar la cultura del vencedor y aplicar una dulce redención a los perdedores. No es un premio de consolación. Es la corona de la reina del baile, la banda de miss, la medalla de oro, el cheque del cliente un millón, los laureles dorados, el número uno de los 40, y todo para ellos, para los que siempre pierden.

Olive no vive en el País de Nunca Jamás, sino en el de la Puta Babia, y a la cría se la ve encantada, oye. ¿Cuántos de nosotros hemos deseado alguna vez apartarnos por un momento de la realidad y hacer como si la historia no fuese con nosotros? Ella lo hace, y al hacerlo se convierte en la cura para el fracasado de su padre, la histérica de su madre, el agilipollado de su hermano, el suicida de su tío y el moribundo de su abuelo.

Todos somos Olive, o lo hemos sido alguna vez. Y como yo nunca seré el implacable, duro y abultado Bond, ni mucho menos la dulce Andrea, me quedo con la pequeña diva de cuento surrealista. Me quedo con Olive.








miércoles, 29 de noviembre de 2006

Lucy in L.A.

Para muchos de nosotros esta es la primera vez que abrimos un blog y le damos rienda suelta a la verborrea que tenemos atrapada entre las cuatro neuronas que nos quedan sanas. Bueno, y quien dice verborrea dice cualquier cosa, la verdad, porque menudas perlas que se echa el personal por ahí. Pero en fin, el caso es no cortarse.


La que no se corta un pelo es mi querida amiga Lucy, a quien me gustaría presentar en sociedad, bueno, a vosotros mayormente. Aquí la colega un buen día se levantó de la cama diciendo "Hoy voy a difundir mi amplia experiencia y sabiduría por todos los rincones del planeta". Y la muy bestia así lo hizo. Cogió una web cam y empezó a grabar simpáticos video-blogs en los que comparte asuntos tan relevantes como ser delgada en Hollywood o los problemas de las audiciones, cuando no nos obsequia con una gran crítica cinematográfica. Lo cierto es que la tía le pone pasión al asunto. De hecho, si os pasáis un rato por youtube.com encontraréis videos en los que la neska aparece diciendo que ha recibido amenazas y la pesca, aunque, sinceramente, no me parece a mí que sea para tanto.


Y, lógicamente, os estaréis preguntando para qué os recomiendo a la tonta esta que encima hablará en inglés y no se le entenderá nada. Bien, pues precisamente por eso, porque muchos pensamos que cuando alguien habla en inglés no se entiende nada; y encima, seguro que hace como 800 años que no vais a clases y bla, bla, bla. Más de uno me ha venido diciendo que ha podido ver a Lucy, lo tonta que es y, lo que es más, entender lo que dice porque si tiene alguna virtud, es que la chica es locuaz, muy expresiva y cuando se pone frente a la cámara se entrega cual Lucía Lapiedra a Pipi Pipón.

Pues eso, que os animéis a echarle un vistazo a la txiki esta, y que luego me digáis si le entendéis o no. Recordad, en la celda de búsqueda: Lucyinla

And you Lucy, just in case you ever read this, thank you for that fantastic job you're doing. Go girl!